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jueves, 14 de octubre de 2010

EL MILAGRO DE LA COMUNICACIÓN PARTE III

LOS OBTÁCULOS DE LA COMUNICACIÓN



          Toda esféra de la vida humana proporciona ejemplos de frustraciones, que los seres humanos experimentan en sus intentos de comunicarse. La ansiedad que los padres tienen sobre sus hijos con frecuencia les impiden ver a sus hijos tal y como son, escucharles y responderles. Las preocupaciones de los niños por los adultos en general y por sus padres en particular les dificulta escuchar y responder a sus padres.

*Una madre dijo: “Nunca siento que mis hijos me escuchan lo que realmente les estoy diciendo. Su oído parece estar influenciado por lo que ellos esperan que yo diga”.




         Las relaciones maritales revelan el mismo sentido de frustración. Maridos y esposas pierden el poder de compartir el significado de sus vidas. Las acumulaciones de frustración y resentimiento producen alienación que les imposibilita hablarse en algun idioma (ya que el alienado permanece dentro de sí), sea el de las palabras o el de la acción. A veces parece que su capacidad de asumir responsabilidad está bloqueada por la historia dolorosa de su relación.

*Un marido dijo: “Nuestra única comunicación, está a nivel de las superficialidades”
*Una esposa dijo: “Nos revolcamos en trivialidades”

Debemos formularnos preguntas: ¿Por qué resulta la comunicación tan consistentemente frustrada?

El diálogo es hablar y escuchar, entre personas en los que hay un fluir de significados entre ellas, a pesar de los obstáculos que normalmente bloquearían la relación”
Entonces, la comunicación ocurre siempre que hay un encuentro de significados entre dos o mas personas.

            Un obstáculo en la comunicación es algo que impide que los significados se encuentren.
Los obstáculos o barreras a los significados existen entre la personas, haciendo de la
comunicación una cuestión mucho mas difícil de lo que la mayoría de la gente parece percatarse. Es completamente falso suponer que si uno pude hablar, puede también comunicarse. Precisamente porque gran parte de nuestra educación induce erróneamente a la gente a creer que la comunicación es mas fácil de lo que en realidad es, se desalientan y abandonan el empeño cuando topan con dificultades, porque no comprenden la naturaleza del problema, no saben qué hacer. Lo extraño no es que la comunicación sea tan difícil, sino que su fracaso ocurra con tanta frecuencia.

El terreno primordial del que surgen los obstáculos para la comunicación, es la necesidad y preocupación que cada individuo siente por su propio ser: en otras palabras surgen de la necesidad ontológica del ser humano. Nuestras angustias hacen que intentemos encontrar afirmaciones de nuestro ser: afirmaciones que puedan realmente amenazar el ser de otros. Nuestra necesidad de ser nos impulsa a vivir vidas de “autojustificación” que pueden causarnos inquietud y hasta enemistad hacia nuestros hermanos, esto hace difícil tanto el hablar como el escuchar abierta y sinceramente.

        Este obstáculo o barrera en la comunicación está edificada en la existencia humana y está en el camino de todos los seres humanos y en cada uno de los casos. No hay ninguna excepción. Incluso aquellas personas que son atraídas maravillosamente unas a otras y que encuentran la comunicación como algo admirable y maravilloso, experimentan dudas, reservas, y ansiedades que les impiden hablar y no les permiten escuchar o les llevan a escuchar incorrectamente.
Todo eso hace evidente en las observaciones , calificaciones, distorciones y disfraces defensivos del significado que empleamos en nuestro temor de ser comprendidos, lo mismo que en nuestro temor de ser malentendidos.

Del monólogo al diálogo

Ya dijimos que el diálogo es hablar y escuchar entre personas en los que hay un fluir de significados entre ellas a pesar de los obstáculos que normalmente bloquearían la relación.

     Entonces basándonos en esto, en esa relación significativa entre personas en las que una de ellas procura darse a la otra tal cual es, y también procura conocer a la otra persona tal cual es. Esto significa que ninguno intentará imponer su propia verdad y punto de vista sobre el otro. Esta es la relación que caracteriza el diálogo y constituye la condición previa a toda comunicación. Incluso en el curso del monólogo , esta relación puede brotar y cambiar el monólogo en diálogo. Uno de los participantes puede abandonar sus pretenciones y dejar aun lado la máscara por medio de la cual busca la aprobación y la benevolencia del otro, y se atreve a manifestarse tal cual es, e invita al otro a participar en el diálogo y a estar plenamente presente ante el tal y como es en realidad. En ese momento cada uno de los participantes debe aceptar el resultado de hablar y escuchar , dar y recibir, como la disciplina y la tarea de la comunicación. Cualquier relación que no alcance este nivel NO SERÁ DIÁLOGO, y por consiguiente tampoco será comunicación. Antes bién será la explotación del otro o la ignorancia del otro, o la fuga del otro.

El diálogo es una relación recíproca en la que cada persona “experimenta el otro lado”, de suerte que su comunicación se convierte en un verdadero hablar y escuchar, un dar y recibir, en que cada uno informa y aprende. Este es el principio que estriba en toda verdadera comunicación.”

lunes, 4 de octubre de 2010

EL MILAGRO DE LA COMUNICACIÓN, P II



        “Cuando la Comunicación con los hijos se rompe”


“Siempre y nunca de un hijo”



  • ¿Por qué siempre me critícas?

  • ¿Por qué siempre me das ordenes?

  • ¿Por qué siempre me comparas?

  • ¿Por qué siempre dispones de mi tiempo?

  • ¿Por qué siempre me gritas?

  • Nunca me abrasas..

  • Nunca me dices que me amas..

  • Nunca que besas..

  • Nunca me das tiempo..

  • Siempre estas apurado (a)

  • Siempre me dices después

  • Siempre son primero otras personas que yo

  • Siempre me averguenzas frente a mis amigos (a)

  • Siempre me golpeas...

  • Siempre estas enojado (a)

Es dificil identificar que es lo que les pasa a nuestros hijos cuando se ha roto la comunicación, no es una tarea fácil el comunicarse fluidamente ya sea verbal o gestual, aunque todo lo que hacemos indica algún tipo de comunicación, pero debemos saber que cada uno de nuestros hijos son diferente y por ende necesitan una comunicación distinta el uno del otro, y el error como padres es aplicar la misma directriz a los hijos que tengamos. Por ejemplo, un hijo puede ser muy cariñoso, necesita abrazos, besos, mimos, en cambio el otro hijo es el polo opuesto, mas frío y distante, es aquí donde nuestras tácticas de padres en la comunicación deben cambiar.

 Considero que en determinados momentos los hijos pueden optar por no comunicarse con los padres y que esa postura merece ser respetada. Sin embargo, cuando la comunicación se deteriora y las relaciones se convierten en superficiales o hay peleas, conviene analizar qué ha llevado a esa situación.

Lo importante es no criticar, ni censurar a nuestros hijos, pues es el primer obstáculo para la comunicación, pues pone una barrera entre el padre y el hijo. La idea es realizar criticas constructivas que le ayuden a mejorar.


No debemos olvidar que la comunicación debe ser recíproca, a los hijos también les gusta escuchar sobre nuestras cosas, ya sea de nuestra juventud o niñez o algún tiempo específico que les pueda llamar la atención, por ejemplo: “yo a tu edad hacía esto o aquello, me pasó esto, etc...”, este tipo de confianza abrirá nuevas oportunidades de comunicación.

Solemos decir lo que pensamos, pero pocas veces lo que sentimos. Para que haya una buena comunicación precisamos hablar desde el sentimiento y menos desde la razón, prestando atención, tanto al lenguaje verbal como al no verbal.





domingo, 12 de septiembre de 2010

EL MILAGRO DE LA COMUNICACIÓN




El diálogo ya no es parte de un Emisor-mensaje-receptor, sino que se comenzó a utilizar explicaciones circulares, en donde emisor y receptor están en continua interacción, en medio de un flujo de muchos otros factores, ahora es, emisor-mensaje-receptor-respuesta…
Entonces, cuando esto falla, la mayoría de los fenómenos incluidos en la denominación tradicional de psicopatología son “Trastornos de la comunicación”.


En el matrimonio:

Cada hombre es un adversario potencial, incluso aquellos a quienes amamos, solo por medio del diálogo somos salvadores de esta enemistad. “El diálogo es el amor lo que la sangre es al cuerpo”, cuando cesa la circulación de la sangre, el cuerpo muere. Cuando cesa el diálogo, el amor muere y nacen el resentimiento y el odio. Sin embargo el diálogo puede resucitar  una relación muerta. Efectivamente, éste es el milagro del diálogo: puede engendrar una relación nueva, y también puede dar nueva vida a una relación que ha muerto.


Hay una sola condición para que haya diálogo: debe ser recíproco y proceder de ambos lados, y los participantes deben persistir denodadamente. Existen riesgos al entrar en diálogos, pero cuando dos personas lo acometen y aceptan su temor de hacerlo, puede desencadenarse el poder milagroso del diálogo.


El diálogo no es cosa cómoda ni fácil de lograr, lo que constituye un hecho que puede explicar por qué se produce  tan raras veces. Y esta escasez de manifestaciones   explica la frecuente ausencia de sus beneficios en nuestra comunicación de los unos con los otros.
La comunicación significa vida o muerte para las relaciones de las personas.


Además de las diferencias como hombre y mujer, hay otras diferencias multifacéticas entre ellos, algún acontecimiento en que ambos han participado los ha juntado, tal como un encuentro de los ojos, o el reconocimiento mutuo en una discusión de que comparten la mismo opinión o actitud. Es aquí donde comienza el diálogo. Entonces cada uno de ellos intenta buscar y explorar al otro. Es importante saber quién es el otro verdaderamente y por medio del diálogo, que emplea tanto el lenguaje de la relación como el lenguaje de las palabras procura conocer la vida  a través del otro. Nace el amor de este diálogo en que existe tanto la intimidad de aquello que estas dos personas comparten en común, como la distancia del misterio insondable de cada una. El brotar de esta conciencia mutua en la relación revela una distinción importante entre el amor monológico y el diálogo. 



El amor monológico goza sólo, egocéntricamente de los sentimientos de una relación.  El amante explota a la  amada por el dividendo emocional que pueda sacar. POR EL CONTRARIO el amor dialógico  es altruista. El amante se vuelve a  la amada no para disfrutarla “egoístamente”, sino para servirla, para conocerla y por medio de ella ser. Recíprocamente la amada busca al amante no para disfrutarlo para sí, sino para servirle, conocerle y conociéndole y siendo conocida por él, encontrar su propio ser.


En el amor dialógico existe el disfrute del amor; pero como este amor no es explotativo,  el gozo aumenta más que disminuye el poder de amar.


En todo aspecto de la relación se debe convertir en un vínculo para el diálogo, la actividad verbal, la vida juntos, el asumir responsabilidades, las relaciones sexuales, las diversiones. Y esta relación continuará siendo una relación viva mientras cada uno se mantenga en comunicación con el otro.


A medida que cualquiera de los dos en diálogo, comienza a preocuparse más por sí mismo, que por el otro, cuando emplea al otro como una cosa para cualquier fin, cuando se esconde en una actitud defensiva, el matrimonio se ha hecho monológico y se ha roto. La curación puede venir solo cuando el uno y el otro son capaces de volverse hacia su pareja, aceptar el riesgo de entregarse en amor, y sondearse a sí mismo en búsqueda de cualquier reforma  que sea necesaria.

Una esposa por ejemplo puede ser capaz  de hacer este acto de entrega dadivosa, y sin embargo fracasar en la curación, porque su marido no quiere aceptar la dádiva y entregarse a si mismo en reciprocidad. Pero si él puede y quiere, entonces ocurrirá el milagro y la relación muerta volverá a despertar a una nueva vida.